Noticia


lunes, 31 de octubre de 2005

Desde que te conozco

El pasado miércoles tuve la suerte de escuchar a Sabina y Benjamín Prado recitar sus poemas y entre ellos, una canción, inédita (cuesta tanto ya encontrarlas), de Sabina y Benjamín Prado, que imagino no tardaremos en escucharla en los próximos discos de Sabina.
Es pues este, un regalo para los amantes de Sabina, los amantes de Benjamín Prado, y los amantes de la poesía. Y para celebrar que ya llevamos 100 entradas en este blog
Que la disfrutéis
Desde que te conozco
Nada es lo que parece
Y todo es lo contrario
De su otra mitad
De tu mundo el que llora
ya es parte de los peces
Y el que cuenta los hechos
no cuenta la verdad
Desde que te conozco
Conozco los pecados
que esconde la manzana
que no ha mordido nadie
Quiero bailar descalzo
sobre el suelo mojado
Y confío en mentiras
que antes fueron verdades

No quiero mis certezas,
sólo quiero tus dudas
Sólo me siento libre
dentro de tu prisión
Me gusta cuando tú hablas,
y se calla Neruda
Detesto los problemas
si tienen solución

Desde que te conozco
Me miento si me engañas
Desde que te conozco
Todo es a cara o cruz
Y soy un alquimista
Que teme a las montañas
Un vampiro que pinta
de blanco su ataúd

No quiero tus respuestas
Solo quiero tus dudas
Solo me siento libre
Dentro de tu prisión
Me gusta cuando tú hablas
y se calla Neruda
Detesto los problemas
si tienen solución

viernes, 28 de octubre de 2005

Benjamín Prado

“Vacía las palabras,
haz que callen,
límpialas de ellas mismas
para contar tu historia.
Lo que buscas existe
dentro de lo que encuentras,
como oro está en sombrío,
o arco está en corazón.

Cuida que lo que dices
no sea como el vaho
del que empaña un cristal
para escribir su nombre
sobre un mundo vacío.

Procura que el silencio
se lea en tus poemas,
pero jamás olvides saber
qué está del lado de la llave,
qué está del lado de la cerradura.

Cava el pozo de lo que nadie ha dicho
y persigue el rumor de las cosas sin nombre.
Pero recuerda siempre esta verdad:
las tormentas de arena
sólo son el desierto
que avanza hacia el desierto.

Vacía las palabras,
qué más puedo decirte.
No desprecies la luz
ni desprecies lo oscuro.
Vacía las palabras
como quien drena un lago.”

Benjamín Prado

jueves, 27 de octubre de 2005

Atolondramiento

Ayer fui a escuchar a Sabina (en otro post lo contaré), con toda la poesía que ello me inspira y toda la impotencia que me produce que todo aquello se acabe; también se murió poco antes la madre de una amiga, a la que hace mucho tiempo que no veo, pero que creo que debería ver mucho más; y otra amiga me ha dicho que está mal, muy mal, que ha tocado fondo, y que está en lo más hondo...
Y yo mañana me voy de viaje.
Las tres cosas me producen ganas de escribir, más que ganas, la necesidad. Irme de viaje no, irme de viaje esl o que me apetece hacer ya. Mi alma es un volcán de sentimientos al que no logro dar salida, regurgitan los buenos y malos momentos a borbotones.
No sé por donde empezar, no sé que debo hacer; no sé nada. Porque todo esto me pilla con mucha falta de tiempo y con muy pocas ganas; desorganizado y aturdido por el barullo del hoy.

Poco a poco.
quizás lo que necesitaba hoy, ahora, era sólo contarlo.

miércoles, 26 de octubre de 2005

Cerrando Círculos

O cerrando puertas. O cerrando capítulos. Como quiera llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos. Lo importante es poder dejar ir momentos de la vida que se van clausurando. ¿Terminó con su trabajo? ¿Se acabó la relación? ¿Ya no vive más en esa casa? ¿Debe irse de viaje? ¿La amistad se acabó? Puede pasarse mucho tiempo de su presente 'revolcándose' en los porqués, en devolver el cassete y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos. A pasar la hoja. A terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir para adelante. No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió. Y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa. Papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No espere que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que ”alguna vez se den cuenta de quién es usted”. Suelte el resentimiento, el prender “su televisor” personal para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo. La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas”, por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de “regresar” (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! Si no, déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo ni por soberbia sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio, usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo ni el entorno al que regresa será igual porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque cuando usted vino a este mundo “llegó” sin ese adhesivo, por lo tanto es “costumbre” vivir pegado a él y es un trabajo personal prender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y humanamente se puede lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero... cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!
Paulo Coehlo

viernes, 21 de octubre de 2005

El valor de la palabra

En una ocasión un ingeniero mecanico fue llamado a arreglar una máquina muy grande y extremadamente compleja... una máquina que valía 12 millones de dólares.
Sentado frente a la máquina, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. Entonces encendió de nuevo la máquina y comprobó que estaba trabajando perfectamente.
El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto. ¿Cuánto le debo? -preguntó.
- Son mil dólares, si me hace el favor.
- ¿Mil dólares?, ¿Mil dólares por unos momentos de trabajo?, ¿Mil dólares por apretar un simple tornillito?. ¡Ya sé que mi máquina cuesta 12 millones de dólares, pero mil dólares es una cantidad disparatada! La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.
El ingeniero mecánico asintió con la cabeza y se fue.
A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza y procedió a pagarla en el acto, sin chistar.
La factura decía:
Servicios prestados:
Apretar un tornillo...................... 1 dólar
Saber qué tornillo apretar......... 999 dólares

Lo mismo pasa con la palabra.
Decir cualquier palabra no cuesta nada,
saber que palabra es la que hay que decir, cuesta mucho

El valor de las palabras está en saber lo que dices, no en lo que se dice

domingo, 16 de octubre de 2005

El nombre

El nombre es una parte vital, tan propia como los ojos o los dientes.
El groenlandés divide a la persona en cuerpo, alma y nombre: el nombre implica cierta provisión de poder vital, y el niño que recibe el nombre de un muerto hereda sus cualidades. O el muerto revive en el vivo.
Hay esquimales que al envejecer cambian de nombre, para lograr un nuevo lapso de vida.
Los indios de Chiloé guardan el secreto de sus nombres y se aterran si alguien llega a pronunciarlos en voz alta.
Cuando un extranjero pregunta por su nombre a un araucano, contesta invariablemente: «No tengo ninguno».
Hay tribus canadienses en las que jamás puede uno pronunciar el propio nombre. Sólo pueden hacerlo los demás.
Muchos pueblos tienen, desde la antigüedad, la costumbre de usar un nombre público y otro secreto.
Los indios del Orinoco (chiricoas, piaroas, panares) preguntan al forastero por su nombre, y ellos dan en seguida el suyo, pero su nombre español, no su nombre indígena.
El nombre forma parte del campo mágico de la persona, y hay que protegerlo contra cualquier asechanza. El sentido mágico del nombre en pueblos diversos, esparcidos por los cinco continentes, habla a favor de la unidad original del lenguaje humano.

viernes, 14 de octubre de 2005

Tirando a dar

Llegó tu hora.
Es inútil que grites, que pidas otra oportunidad, que decidas cambiar… llego tu hora.
Es tu hora 25. Estás fuera del círculo del tiempo; has abandonado el ritmo de los días. Has traspasado la frontera de lo posible para entrar en el reino de lo inevitable.
Y mira que te lo habían advertido.
Ni siquiera le hiciste caso a tu pobre padre cuando te lo gritaba desde su lecho de muerte.
- ¡Rebélate!, ¡Huye! Existe todo un mundo más allá de ti mismo y tus cuatro paredes. ¡Escapa! Al menos morirás con dignidad.
Ni caso.
Escapar… ¿De quién? ¿Para qué? ¿A dónde? ¡Qué tontería! Un testamento de luz y desesperación escrito con sangre y lágrimas para nada.
Tú estabas bien.
Todos trabajaban para ti. Te alimentaban, te limpiaban tu habitación, controlaban tu salud, te procuraban calor en el invierno… Resolvían todos tus problemas. Ni siquiera te molestaste en agradecer tantos cuidados. Podrías haberte preguntado por qué cada día te llovía la comida desde el cielo. Pero no ¿A quién le importaba eso?
Tus amigos eran soportables. No eran más que amigos para comer y beber, pero… ¿Quién necesita más? Unos venían, otros se marchaban. Jamás te interesó por qué lo hacían. Nunca entablaste una verdadera amistad… ¿Para qué?
A veces te llegaban voces del mundo exterior; nuca te importaron lo más mínimo.Cuando la gran inundación, murieron muchos de tus compañeros. El restallar de los relámpagos y el fragor de las aguas no lograban apagar sus gritos de socorro, pero tú no los oíste. Alguien se ocupó de que no te ahogaras. ¿Quién lo hizo? ¿Por qué? Te salvaste. Tenías comida, bebida, y una habitación seca y caliente. ¿A ti qué, si se hundía el mundo entero?
Pero llegó tu hora. Hoy es el día de mañana. Al fin se te ha revelado la razón de tu existencia.
Ya no eres más que un sollozo agonizante, una lamentación desplomándose sobre el filo del cuchillo. No queda fuerzas ni para respirar.
En fin, voy a callar, porque sospecho que no puedes oírme. Además, me ha dicho el psiquiatra que he de abandonar la manía de venir al matadero a charlar con los cerdos degollados

miércoles, 12 de octubre de 2005

Poesía

A mis alumnos, siempre que les hablo de la poesía, les cuento un cuento que escuché alguna vez que habla de los osos, los burros y las abejas.
En términos simples la historia consiste en decirles que la humanidad puede dividirse en tres grupos: un 80% corresponde a los burros (en esta parte recorro con la mirada a todo el alumnado, dando entender qué tan jumentos son), un 19,9% de la humanidad son los osos (y señalo que por razones estadísticas el curso ha de tener menos de diez) y el 0,1% restante corresponde a las abejas (difícilmente en la fauna escolar presente habrá alguna).
Y como para aclarar el asunto (aunque deliberadamente lo oscurezco más) les digo que la diferencia está dada por la miel. La miel —prosigo mi ininteligible disertación— es un alimento perfecto, delicioso, sano, natural, con propiedades curativas, incluso. Los burros, como burros que son, no gustan de la miel, para ellos la vida puede vivirse sin ella y ni siquiera la echan en falta, no sabiendo los desdichados que se pierden no la mitad de la vida (como dice el dicho popular) sino la vida entera, pues el delicioso reino de la miel les cierra sus puertas para siempre y ellos, de puro burros, no hacen nada por abrirlas. Los osos, en cambio, sí gustan de la miel, la buscan con paciencia, con esfuerzo, la roban, la disfrutan, se engolosinan con ella y aunque incapaces de producirla, la disfrutan con el deleite propio de los que tienen abiertas las puertas de los reinos superiores. A las abejas, en cambio, les corresponde el privilegio de crear miel, de producirla y con ello cumplir el inapelable karma de hacer girar la propia vida en torno de la miel y, de paso, llevar dulzura a las vidas ajenas.
En esta parte, casi todos los burros de la clase creen que al profesor se le ha soltado un tornillo y un par de candidatos a oso, asombrados, abre los ojos como si el raro cuento que escuchan les estuviera produciendo algún tipo de iluminación, aunque no aciertan a comprenderla del todo.
¿Y luego? Luego la nada, la pregunta hiriente que exige respuesta: ¿de qué se trata esto?, y las respuestas más coherentes hablan del resumen del próximo libro o de un concurso de acertijos, algunos aventuran que se trata de un poema, un antipoema —se apresuran a corregir— pues es evidente que estamos estudiando la unidad de lírica, de acuerdo al objetivo anotado en el pizarrón. Algunas de las más incoherentes llevan una velada insinuación sobre el estado mental del docente.
¿Y los dos casi-iluminados? Quieren hablar, pero no pueden, el temor a la respuesta equivocada es más fuerte que la gloria de descifrar a la esfinge docente. Poderoso, como soy en el aula, los interpelo y balbucean una pregunta —yo les he pedido una respuesta—, pero insisten en balbucear una pregunta: ¿la poesía? Y como izados por una fuerza descontrolada a las alturas del conocimiento les alabo su inteligencia, sagacidad e intuición, les doy la bienvenida al mundo de los osos y empiezo a decirles que la poesía es un alimento perfecto para el alma, delicioso, sano, natural, con propiedades curativas incluso...
La verdad es que después de esta desgastante hora pedagógica el ansia de probar la miel de las palabras queda abierta y mis pobres alumnos, por fin, pueden empezar a disfrutar por algún tiempo las clases siguientes viendo desfilar ante sus ojos y oídos una comparsa multicolor de versos de las más variadas especies y de los más variados poetas.
Es bueno ser profesor para realizar este rito en forma periódica y para descubrir en la fauna escolar a varios osos (a los que les proporciono miel gratuita cada vez que la necesiten) y, he tenido suerte, a un par de abejas productoras de miel.

lunes, 10 de octubre de 2005

El poder de la palabra (1ª parte)

Para empezar. Un cuento
Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Las ranas se reunieron alrededor del hoyo.
Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas.
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.
Las otras ranas seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió; Ella se desplomó y murió.
La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.
Una vez más, la multitud de ranas le grito que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir.
Pero la rana saltó cada vez con mas fuerza hasta que finalmente salió del hoyo.
Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: "¿No escuchaste lo que te decíamos?"
La rana les explicó que era sorda. Ella pensó que las demás la estaban animando a esforzarse mas para salir del hoyo.
Esta historia contiene dos lecciones:
1ª La lengua tiene poder de vida y muerte.
2ª Una palabra puede ayudar a levantarte o destruirte.


Tengamos cuidado con lo que decimos.
Pero sobretodo con lo que escuchamos.

domingo, 9 de octubre de 2005

Como me pesa la vida

Como me pesa la vida los domingos, creo incluso que más que cualquier día de la semana.
Me deprime; tengo mil cosas que hacer pero no me apetece hacerlas los domingos por la tarde: No me apetece ponerme a barrer, no me apetece ponerme a corregir, no me apetece ni tan siquiera vivir, ni salir a pasear, ni fregar, ni cocinar, ni tan siquiera escribir en el blog.
No sé si pedir que quiten los domingos del calendario.

miércoles, 5 de octubre de 2005

Que bonito es ser mujer!!!!

Qué me decís del trauma que supone mirarte al espejo por la mañana y encontrarte con que ese gremlin que te mira fijamente eres tú?
Te duchas, te vuelves a mirar, y decides que lo mejor va a ser darte una capa de titanlux,a ver si aquello mejora. Y no, no mejora. Sigues siendo un gremlim, pero así como churruscao.
Una vez churrascada, te diriges a despertar a tus niños. Aquí siempre ocurre algo.
Supongamos que el niño tiene fiebre. Tú eres una mujer con recursos!!!
......recurres a la súplica ....y suplicas a la suegra, que se quede con el niño hasta que llegue la chica,
....a la chica, que venga un poco antes para que se vaya la suegra,
....al cielo, que la seguridad social deje de comunicar,
....a la "encantadora enfermera" que te dé cita tarde para no pedir permiso
......a tu jefe que te dé permiso porque la encantadora enfermera ha pasado de ti y entre súplica y súplica tú sigues trabajando, así como haciéndote la relajada.
Y al final del día, nunca antes, te llama tu ocupadísimo marido, y te pregunta ¿qué tal cariño?.
Cuando te oye rugir como un rinoceronte en celo, recuerda que el niño estaba enfermo y hace ver que no se le había olvidado y te cagas en to lo que se menea...
Y sales corriendo al pediatra, y llegas por los pelos, y te dice lo del virus, y te manda no se qué medicina, y cuando llegas a la farmacia han cerrado, y llamas a tu marido y le suplicas que cuando salga de trabajar, si no le supone mucha molestia, se pase por una farmacia de guardia, y entonces él te dice "no voy a poder, es que tengo una reunión", que yo creo que mi marido no vive, se reúne!!
Y le matarías, pero por teléfono no puedes así que decides arrastrarte hasta la farmacia de guardia, y allí que llegas tú con todo colgando:
- al pequeño que le cuelgan los mocos, el mayor que se cuelga literalmente de tu manga
- De la sillita cuelga tu bolso, la bolsa del bebe, la bolsa de gimnasia, la bolsa del trabajo, y la mochila del mayor, que ya quisiera Pérez de Tudela, que yo creo que este niño no crece porque la mochila se lo impide.
Parecemos unos "sin-techo".
Entras en la farmacia y el espejo del fondo te enseña al gremlin churruscao pero como a trozos porque el maquillaje también se ha "descolgao" y te suda el bigote como una foca, y te la encuentras a ella, la SUPER-ORGANIZADA.
La super-organizada es esa mamá del colegio de tus hijos que siempre quisiste ser. Lleva a sus nenes a alemán, a judo, a pintura, al foniatra, a fútbol y a natación.
......Y es de las que comen y no engordan, y es delgada.
......Y en los cumpleaños del nene, lleva a toda su clase "un güevo Kinder", que son tres deseos a la vez, y tu niño con su bolsa de sugus, que yo creo que le estoy creando un trauma, ...y además prepara la bechamel de las croquetas.
......Yo hace tiempo que descongelo las famosas croquetas ¡que le den por culo a la bechamel!.
......Y todo esto sin movérsele ni una de las siempre perfectas mechas; porque a este tipo de mujer no le crece el pelo. Yo creo que tampoco “sudan”, pero de esto no estoy segura.
......Y tú que “intentas recolocar todo lo que te cuelga y ella” y su perfecta hilera de dientes que te sonríe y te suelta:
"Chica, es que no te organizas, ¿por qué no pides reducción de jornada..?"
Aquí es donde le soltarías una leche por cada euro reducido por reducir tu jornada.
Superada la prueba, tus colgajos y tú regresáis a casa. La autoestima decidió quedarse en la farmacia.
Y bañas a los niños, haces los deberes del mayor, le das la medicina al pequeño, les preparas la cena, se la das y les acuestas y te tiras en el sofá.
Y para rematar el día, al cabo de un rato, llega tu marido a casa con cara de agotamiento y te dice que no ha parado en todo el día de reunión en reunión en la oficina (ha tenido tres reuniones) y que ha tenido que comer con los compañeros en un restaurante de aúpa y te pregunta “que qué hay de cena” y que si no te importa preparar a ti la mesa porque él está muy cansado.
Y ni siquiera te pregunta por el niño, tu trabajo, la suegra, la chica, el jefe, la enfermera, el médico, la farmacéutica y la super-organizada, y remata diciendo que “vaya pinta de gremlin churruscada que tienes con el maquillaje descolocado”; que “a ver si te cuidas un poco, con la cantidad de tiempo libre que tienes”.
Y al encender la tele aparece otra super-organizada que te dice:
"Ausonia, hoy me gusta ser mujer".

¡¡¡¡Que les den!!!!!

martes, 4 de octubre de 2005

Igualdad entre hombres y mujeres

Hoy reivinico una parte de igualdad entre el hombre y la mujer
Os habéis dado cuenta de que no somos iguales a la hora de comer.
No hace falta ir a casa de la suegra no con mis empleados y sus mujeres.
Todos
todos
todos
ponen más comida a los hombres que a las mujeres
¿Por qué?
Si hay tres filetes tu te comes dos, que ellas se comeran uno,
si solo hay dos, ten por seguro que le más grande será para ti,
si hay papas, nunca habrá las mismas para ti que para ella.

Mis conclusiones son las siguientes:
Ellas se ven gordas y como mecanismo de defensa te ponen más a ti y piensan, si a mi me engorda a él le engordará más.
Para que nos den pena
Porque somos hombres tenemos que comer más?
Y una mierda!!!!
Lo mismo pa tos los que trabajan igual
Abajo el sexisto gastronómico!!!!

Me encantan las mujeres que disfrutan comiendo y que no les importa tener más comida que yo, que no están fijándose si tengo una patata más o menos que ellas, y que viven la vida de otra manera, siendo iguales en todo.

domingo, 2 de octubre de 2005

Somos animales de costumbres

No tengo la menor duda de ello. A Carrero Blanco, lo asesinaron, por eso mismo, por ser un animal de costumbres, y pasar por la misma calle todos los días a la misma hora. A mi ahijada después de haberme aprendido mil cuentos y haberle comprado mil películas, siempre quiere que le cuente el mismo cuento y siempre quiere ver le mismo capítulo de la pantera rosa. Y yo, yo no iba a ser menos.Ayer me levante, como todos los días a la misma hora, y fui directamente a la nevera en busca d la leche, como todos los días, pero vi un yogurt natural y quise innovar en mi vida, craso error, y me saqué el yogurt. Saqué una cucharilla, como cada día, y fui a por el azucar, y la costumbre me hizo coger el neskuik (lo que desayuno todos los días) y probar el desayuno más asqueroso del mundo, yogurt natural con neskuik. Al final tuve que tirar el yogurt y volver a mi costumbre, el vaso de leche con neskuik (que por cierto, que bueno sería que las vacas, las vacas dieran leche con neskuik).
Aun así, me sorprende el efecto “blog” (la excepción que confirma la regla); la innecesaria necesidad de millones de personas de tener un blog para contar cosas innecesarias y que a nadie le interesan y tener cada día, o cada cierto tiempo, la necesidad de devanarse el seso para poner algo “nuevo” que otros, por costumbre leen.
Y yo con toda esta reflexión de todo a cien, me pregunto: ¿Cómo van a gobernar los progresistas, si somos animales de costumbre?

sábado, 1 de octubre de 2005

No te detengas



No dejes que termine el día sin haber crecido un
poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado
tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a
expresarte, que es casi un deber. No abandones
las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
Sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase
nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos
de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba,
nos lastima, nos enseña, nos convierte en
protagonistas de nuestra propia historia. Aunque
el viento sople en contra, la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de
soñar, porque en sueños es libre el hombre.

Walt Whitman