La primera vez que vine a esta ciudad apenas contaba con 15
La primera vez que llegué aquí no conocía a nadie, ni sabía si era eso lo que venía a buscar.
La primera vez que pise el suelo donde ahora estoy conocí al que ahora es mi mejor amigo.
Entonces, después de aquella primera vez empecé a escribir cartas. Nunca había escrito ninguna y sin embargo casi durante 20 años estuve escribiendo cartas semanalmente.
Mi regalo del día podía ser una carta
Recuerdo primero que me hice con una llave del buzón, ese objeto que hasta entonces no sbía muy bien para que servía.
Mi aliciente escolar era el momento de volver a casa y abrir el buzón, encontrar manuscritos hablándome de ridiculeces, de grandes secretos, de sesudas reflexiones.
Recuérdome sentado en mi cama leyendo pequeños testamentos a la hora de comer y mi madre llamándome al orden gastronómico.
Luego recuerdo que reconocía el ruido de la vespa del cartero, incluso la hora que diariamente venía a casa. Dejaba entonces de estudiar, lo espiaba por la ventana y cuando lo veía salir del portal, salía corriendo hacia el buzón.
Recuerdo que cartas llegaron incompletas, sin la dirección e incluso con el número de portal cambiado, y sin embargo llegaban.
Recuerdo los secretos que dejé enterrados en las letras, los momentos que ahora ni tan siquiera recuerdo, pero que sé que estos amigos tienen escondidas en un cajón polvoriento.
Recuerdo lo que me gustaba recibir cartas, como hoy me gusta recibir mails escritos para mi, aunque no hablen de mi, aunque no sean manuscritos, aunque no cuenten nada, o cuenten grandes secretos, o pequeños testamentos... Me da igual.
Me alegra mucho saber de ti.
Noticia
sábado, 28 de febrero de 2009
Recuerdos
martes, 24 de febrero de 2009
Contradicciones
Haces cosas muy extrañas.
No te pregunto, sólo te observo
vienes y vas.
Dices cosas que me creo
aunque sé que no son ciertas:
Que te vas pero sigues aquí,
justificas cosas que no te pregunto,
me sorprendes abriéndote a mi
y no me cuentas lo más trivial.
Dices que me echas de menos
y desapareces del mapa,
no das señales de vida
no contestas a los mensajes...
y cuando por casualidad apareces
ni tan siquiera me buscas
solo me sonríes y me dices
que te alegras mucho de verme,
luego quedamos, y vienes
y me dices que me necesitas
para luego desaparecer...
sábado, 21 de febrero de 2009
Sobre lacrado
Al viejo estilo del tuno negro
aparecen en el escritorio de mi ordenador sobres lacrados.
este tipo de apuestas que te tienen a ti por víctima

jueves, 19 de febrero de 2009
Apasionado
Si algo me llama la atención de la vida de San Agustín es la pasión que le pone a las cosas que hace. Cambiará constantemente de ideas, de pensamiento, pero siempre las defenderá apasionadamente, pensando quizás, que las cosas que merecen ser hechas,... merecen ser bien hechas.
Además, San Agustín tenía dotes. Primero destacó en el estudio de las letras, desarrolla una gran elocuencia. Luego desarrolla una irresistible atracción hacia el teatro. Luego destacó por su genio retórico y sobresalió en concursos poéticos y certámenes públicos.
A los diecinueve años se le despertó un espíritu de especulación y así se dedica de lleno al estudio de la filosofía. Incansablemente busca respuesta al problema de la verdad, Agustín pasa de una escuela filosófica a otra sin que encuentre en ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes. Finalmente abraza el maniqueísmo creyendo que en este sistema encontraría un modelo según el cual podría orientar su vida, convirtiéndose en un pilar importante de este pensamiento. Varios años más tarde la abandonará, convirtiéndose en un escéptico.
Admirado más adelante en su vida por las predicaciones y el corazón de un obispo de Milán. Entonces decide romper definitivamente con el maniqueísmo. Entonces decidió vivir en ascesis y leer los escritos neoplatónicos, convirtiénse en un nuevo teórico del pensamiento platónico. Más adelante se centra en el estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo. A los treinta y tres años de edad, es bautizado. Una vez bautizado se retira para hacer vida monacal. Años después esta experiencia será la inspiración para su famosa Regla. A pesar de su búsqueda de la soledad y el aislamiento la fama de Agustín se extiende por toda la comarca. Pocos años después es elegido por la comunidad para que fuese ordenado sacerdote. Tan solo cuatro años después es consagrado obispo. Como obispo predica a todo tiempo y en muchos lugares, escribe incansablemente, polemiza con aquellos que van en contra de la ortodoxia de la doctrina cristiana de aquel entonces, preside concilios, resuelve los problemas más diversos que le presentan sus fieles. Se enfrentó a maniqueos, donatistas, arrianos, pelagianos, priscilianistas, académicos, etc.
Con esta retaila de sucesos no me queda más que admirar su figura, y creer que merece esa santidad. No por ser cristiano, ni luchar incansablemente, sino por su PASION, por su capacidad para entregarlo todo a la causa que cree justa. Por su capacidad para reconocer que se equivoca, por su capacidad para cambiar y no disminuir su pasión por lo que hace
Por eso, y no por otras cosas, me siento atraído por San Agustín
miércoles, 11 de febrero de 2009
Casualidad
Teóricamente no nos conocemos,
nadie ha tenido el placer de presentarnos,
y sé que si así hubiera sido,
tampoco hubiera sido un placer.
Yo sé quein eres, porque te he visto.
Te vi la primera vez en una foto,
en la cartera de tu entonces mujer.
Yo andaba solo, como en la mayoría de veces en mi vida
y si, sabía que ella estaba casada,
pero ya entonces no juzgaba lo que hacía cada uno con su vida.
No supe como te llamabas hasta que vi tu foto
cuando ella, usurpándome el papel de caballero
abrió su cartera para pagar el aperitivo
que tenía que saciar el hambre
que mutuamente horas antes nos habíamos hecho.
A pesar de lo que nos dijimos,
nos volvimos a ver un par de veces más.
Una de ellas, en la búsqueda de morbo,
sobre la mesa del comedor de vuestra casa.
Allí, en la estantería lucías tu mejor sonrisa,
con tu cara pegada a una recien casada
de la que yo entonces estaba dando buena cuenta.
Desde entonces no nos volvimos a ver, así me lo pidió ella
y yo no insistí, aunque si seguimos hablando,
al principio con más asiduidad, por teléfono y por mail
y luego en los momentos en los que la casualidad nos junta.
Me vino a decir ella en alguna ocasión que tu lo habías sabido,
aunque nunca dijiste nada directamente
habías hecho ver, no sé muy bien como,
que sabías quien era yo.
domingo, 8 de febrero de 2009
El poder de la palabra
Tenemos la más poderosa de las armas
siempre cargada a punto de ser disparada
es un arma que no mata, casi nunca mata
pero hiere mortalmente.
Tenemos munición suficiente para cargarnos todo el planeta
o por lo menos toda la parte del planeta que nos entiende.
Conocemos al enemigo,
y los más osados sin conocerlos,
disparamos nuestros dardos envenenados,
la mayoría de veces sin intención de herir a nadie
ensayando movimientos que nos hagan superiores a la manada;
en la mayoría de ocasiones, fruto de la necesidad de sentirse mejor
o más fuerte, hiriendo al compañero.
Nos sentimos en el derecho de poder
disparar palabras envenenadas al enemigo
aunque nosostros no digamos que lo es.
Sentimos el derecho de juzgar a los demás
colgarles etiquetas, y lo que es peor,
disparárselas en público, para el escarnio del respetable;
y cínicamente nos atrevemos a decir que no era con mala intención,
y luego somos capaces de castigar y de oponernos
a quienes disparan palabras de verdad
que lejos de hacer sufrir al otro,
le evitan el futuro sufrimiento de nuestras palabras
martes, 3 de febrero de 2009
Tranquilidad
Estoy tranquilo.
Sé que me rodeo de gente inmejorable e inmortal.
Mis amigos no se mueren, y siempre tienen razón,
nunca se equivocan y eso me da tranquilidad.
Nadie (de mis amigos) nunca hace nada malo;
y eso es una suerte en los tiempos que corren.
Continuamente hablan de lo idiota que es la gente
y de lo malos que son algunas personas
que van a hacer daño.
Pero yo estoy tranquilos,
mis amigos son buenos
y nunca, nunca se equivocan