Noticia


martes, 26 de octubre de 2010

Tot per l'aire

Te ha pasado alguna vez que estando jugando a un juego, siguiendo tu camino, ahí va tu muñequito, chinochano, pasa no se sabe qué, llega no se sabe que proyectil, i tot va per l'aire?
El final de una partida puede ser esperada o no, puedes ver que se precipita el final, o simplemente, de sopetón, llega... I tot va per l'aire.
Un final siempre puede ser el principio de otra cosa.
Se rompe una burbuja donde tu te hallabas inmerso, se rompen las cuatro paredes que te aprisionaban, i tot va per l'aire.
Estalla el barco en el que ibas, te ves en el aire, has salido escupido del lugar donde estabas
y caes al mar, agua, solo distingues, debajo del agua, y la superficie.
Quieres salvarte. Alargas tu mano, para encontrar una tabla que te salve, sin ver,
da igual el clavo y lo ardiendo que esté,
sólo quieres aferrarte a algo que te mantenga con vida
Esa tabla puede ser una persona,
ese momento puede ser hoy,
sentir que tot ha anat a fer norris
aunque todo siga igual que ayer
y necesitar encontrar una tabla de salvación
encontrar cualquier persona
que te salve de la soledad.
Por eso todos servimos
solamente hay que estar en el lugar adecuado
en el momento adecuado

sábado, 16 de octubre de 2010

La Fábula del puerco espín

Cuando llega el frío invernal, los puercoespines se arriman unos a otros para darse calor, pero no pueden acercarse demasiado porque se pinchan con las púas de sus semejantes y deben guardar las distancias:
lo mismo que los humanos buscamos la compaía de los demás para no perecer de soledad y hastío, pero no podemos frecuentarnos demasiado de cerca sin herirnos unos a otros.

domingo, 10 de octubre de 2010

Ella

Había en ella una dulzura rendida, una aceptación eterna que poco tenía que ver con la edad ni con la renuncia.
Más bien era que no reclamaba nada, ni esperaba nada.
La muerte y la pérdida cercana habían templado su carácter por medio del dolor.
al aprender a vivir con el suyo, había desarrollado la capacidad de absorber el dolor ajeno.
Cualquiera que fuese su pena o su frustración, todos se volvían hacia ella
y experimentaban alivio, porque no imponía obligación ni agradecimiento
a cambio de su comprensión
"El Valle de los Caballos" de Jean M. Auel