Noticia


sábado, 29 de noviembre de 2008

KIU

Hasta que no lo leí en aquel libro no recordaba que ese había sido mi seudónimo en mi infancia, el que me había hecho llegar hasta lo que buscaba sin desvelar mi identidad.
Me ha recordado, mejor dicho, me ha descubierto un pasado soterrado en mi memoria tanto que me ha sorprendido acordarme de KIU, que tantas veces me había ayudado a ponerle un sujeto a las cartas que envie.
Tengo que reconcoer, que al más estilo Cyrano de Bergerac, la literatura no se me daba mal, o al menos no era evidentemente mala para las pequeñas lectoras de mis escritos. Los versos de amor, los acercamientos, las incognitas, los secretos que tras el nombre de KIU se guardaban exhalaban algo de misterio que enganchaba a mis víctimas, que digo a mis víctimas, a las chicas que me gustaban y que nunca tuve la valentía de decírselo, teniéndome que conformar con ver en su mirada la inquietud del desconcierto, el oteaje entre los jóvenes, evidenciando en cualquier momento que podía ser yo el autor de aquellas letras: muchacho insignificante, para tanta palabrería, para tal desbocada verborrea.
Las mismas chicas que hoy serán unas pedorras en brazos de algunos mazas, o dueñas del braguetazo del siglo, casadas con un heredero de la buena suerte o del futuro, que hubieran hecho conmigo, un enamorado de los versos.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Dialéctica

En la dialéctica no hay vencedores ni vencidos
no se trata de machacar al contrincante
ni de demostrar ningún poder de la palabra a nadie.
Todo el mundo sabe lo que somos.
La dialéctica, como el lenguaje tiene que servir
para enriquecernos, para escucharnos y mejorar.
En un combate dialéctico todos ganan
y gana el que menos aporta o el que más escucha.
Todo pensamiento tiene una base
y de todo lo que se escucha se aprende
aunque ya haya pasado por uno ese pensamiento,
porque hasta de las películas que uno ha visto
cuando las vuelve a ver,
se da cuenta de detalles
en los que no había caído la primera vez
y que enriquecen más la película.
Así, en la escucha, en la dialéctica
todos ganan y nadie pierde.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Tocarte

Necesito tocarte
estas a poca distancia de mi
y necesito tocarte
necesito sentir que estamos conectados
acerco mi mano temerosa hacia ti
inquieta, torpe y casual, apoyo mi deod en tu espalda
y tras mi dedo va la palma de la mano
y una caricia que se antojan imperceptibles para ti
me conecta con el mundo
y tu das sentido, sin darte cuenta,
de nuevo, a mi vida.

viernes, 14 de noviembre de 2008

La Banda sonora de tu corazón

Me duermo con la esperanza,
con el deseo de esperar la mañana.
La intriga de como amaneceré,
de que me depara el nuevo día,
empieza con el suspense del primer momento.
suena el despertador,
abro un ojo, bueno, abro los dos,
como platos,
espero el primer momento,
la primera sensación,
y entonces,
no me preguntéis porque surge,
pero surge de la nada,
no surge de lo que viví ayer
ni de lo que oí en el silencio de la madrugada,
pero viene a mi mente una canción
que me va a acompañar todo el día
que será la banda sonora de mi corazón.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Viernes noche, 1 de la noche.

Os pongo en situación.
Viernes noche, cerca de la 1 de la nueva madrugada.
Paseo feliz por el centro con las manos en los bolsillos,
con ganas de pegar un salto, de gritar
de una alegría incontenible que me inunda
por algo que ahora no viene a cuento,
bueno sí, he cenado con una chica;
no la he besado, ni me la he tirado,
ni tan siquiera me ha cogido de la mano,
sólo me escuchaba y me sonreía,
y yo me he sentido náufrago de aquella sonrisa,
y veía que tras mis palabras
ella ponía su escucha atraída
doblaba el cuello avida de disfrutar el momento.
Y ya, no hubo más, ella se fue porque se tenía que ir,
aunque como dijo ella "me quedaría más rato",
y yo volaba en una nube de regreso a casa,
pero todo eso no viene al caso.
La historia es que volvía por aquella calle
infestada de restaurantes.
El tuyo estaba enterrado en un semi sótano
y unos cristales nos separaron, tu allí fuera
de cara a lo que pasaba en la calle
y yo allí fuera, curioso observando, de paso,
lo que pasaba allí dentro.
Cuando se cruzaron nuestras miradas
tu te habías llevado el vaso a la boca,
y yo, te prometo que nunca lo había hecho,
me puse de repente, a hacer el gilipollas.
El agua, el vino, la cocacola, o lo que fuera aquello
empezó a emanar por tu nariz, dirección a tu copa
mientras yo me descojonaba mientras seguía andando.
Eso fue todo