hazte nube, y bébete el sol
hazte lluvia, y riega mis sentidos
hazte tierra, y abraza mis pasos
hazte vida, y recréame
hazte dios, y yo creeré en tí"
Te huyo,
no se si me persigues, si te odio o si me das miedo
sólo sé que te huyo.
Y por que veo que no nos hemos encontrado
tengo que creer que tu me evitas.
No terminamos muy bien nuestra última conversación
y no eran muy optimistas tus intenciones
nuestras intenciones
ni parecían querer arreglar nada.
Al principio tengo miedo. La gente me anima a jugar, pero no sé.
La gente me jalea, está pendiente de mi.
Y yo temo hacer el ridículo, desconfío de mis posibilidades.
Cojo los dados y ruego a todos los santos, vírgenes y dioses
que salga un seis. Por favor, por favor, por favor
aprieto el culo, me concentro,... es sólo azar, pero lo necesito.
Y me sale, me sale un seis. Cuando digo que la vida me trata bien...
Relajo mis esfínteres y sonrío al auditorio. La gente me jalea de nuevo.
Ya no me toca a mi, y la atención se dispersa en los otros jugadores
o simplente se mantiene, la de cada uno, en ellos mismos.
Pasan unos minutos y me vuelve a tocar.
Entre medias la suerte ha sido variada, y la mía no lo es menos.
Acoplamos en unas cuantas vueltas una especie de suerte de principiante
que sin ser exagerada me va poniendo en cabeza.
Me crezco, y me crezco mucho, hasta tal punto,
que tiro los dados mirando al tendido, obteniendo similar suerte.
Se acerca el final de la partida, y de estar muy a mi favor,
se ha vuelto muy reñida.
Las posibilidades están muy igualadas entre muchos de nosotros.
Tiro de nuevo los dados con la misma devoción que al principio
y por supuesto la cago en la línea de meta.
Los mismos que me jaleaban al principio se pasean a mi lado
y llegan a la meta antes que yo.
Acariciar el laurel del triunfo me ha dejado un sabor amargo.
¡Qué puta es la vida!
Y también una lección.
Los demás no están de pegote en la vida ni en el juego.
Cada uno juega sus cartas y los dados muestran la suerte.
No siempre te va a sonreir a ti
aunque a veces lo haga
Se casaron, fueron felices y comieron perdices.
Las historias que nos contaron terminaban en el lugar exacto donde debían haber comenzado. Nos encontramos una y otra vez el relato de las historias frustradas, de los impedimentos, de los sacrificios, del empeño, y por fin.... del encuentro de los amantes, esta vez, para siempre.
Y justamente cuando queremos ver como viven juntos, como atraviesan lo cotidiano y lo inesperado, de dónde obtienen su perdices, cómo se ponen de acuerdo para cocinarlas, quien es el encargado de hacerlo y que pasa cuando hay veda de perdices, o cuando se hartan de ellas, cunado pretendemos asomarnos a su convivencia, justo ahí cae el telón.
¿Qué es entonces el amor?
Según esta historia de la búsqueda y no del encuentro
de la persistencia y no de la permanencia,
del ir hacia alguien y no de ir con alguien.
La consigna parece ser "Que nadie se quede solo"
aunque no se aclare cual es la función de la compañía.
Ella había necotrado a su alguien
creía estar enamorada,
y quizás lo estaba.
Feliz, lo veía dormir a su lado,
y rogó que ese hombre fuera feliz,
prometió que ella haría lo que estuviera en su mano
para que aquel hombre fuera feliz,
juró estr siempre dispuesta a satisfacerlo.
A continuación también se durmió.
Cuando despertó estaba sola, él se había ido.
Sus ruegos se habían cumplido