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lunes, 5 de marzo de 2012

Mierda

Quizás no haya felicidad más grande
que deshacerse de lo que a uno le sobra.
Dicen que dando es como se recibe
y así es como recibí yo la felicidad,
una felicidad, fugaz, fugaz como la felicidad.
El tiempo juega en tu contra
cuando algo te remueve por dentro
cuando algo necesita salir de ti con urgencia
y no estás en el lugar indicado en ese momento
y lejos estás de conseguirlo.
La vida te ofrece continuamente esas situaciones
te da palabra y pensamiento
pero no te da voz ni voto.
Conoces la solución al problema
pero no tienes oportunidad de participar.
Y los instintos civilizados que hace 10 minutos
acompañaban tu existencia
se han tornado animales que luchan por su supervivencia.
El momento de la felicidad ocurre
cuando por fin puedes dar rienda suelta a lo que llevas dentro
cuando ya no te reprimes,
cuando alivias tu necesidad de hablar, de compartir
de asumir tu parte del problema.
La felicidad es cuando por fin te relajas
sentado
y ya puedes cagar
Y cagas.

Y eres feliz.

Pero la felicidad no dura mucho

te das cuenta que te has precipitado con tus palabras

las mismas que te ardían en la garganta

las que se amalgamaban en tu pensamientos

sin orden ni concierto.

Hablaste porque te urgía

y la cagaste

la cagaste porque no preveías las consecuencias,

porque no te planteaste cual sería le siguiente paso

Porque no te diste cuenta que allí no había papel con que limpiarse.

Y te cagaste

y te quedaste con la mierda pegada al culo.


Moraleja:
Es importante ante la urgencia y necesidad de felicidad,
ser precavido e imaginar o por lo menos preveer
cual será el siguiente paso,
por no quedarse con el culo al aire
y encima cagao

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