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martes, 21 de febrero de 2006

La felicidad

- No te lo he dicho aún, pero soy la felicidad
- Ya lo sabía - contesté, pensando que a la felicidad no debía interrumpirla, ni corregirla diciéndole que "no tenía cuerpo de mujer, ni tan siquiera tenía cuerpo de nada". Simplemente me sentía tan bien acompañado a su lado que tan siquiera quise preguntarle como se llamaba.
Inspiré hondo y quise saborear el momento que vivía, sabiendo que mañana se iría con otro. Ella, segundos después, mientras mi mirada estaba perdida en la suya me lo dijo:
- Me tengo que ir, sino nunca valorarás que esté contigo
Y yo la dejé marchar, porque sólo con las despedidas se hacía posible un reencuentro más intenso.

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