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sábado, 24 de marzo de 2007

La Secuela

- ¿Qué? - el escritor apenas creía lo que estaba oyendo.
- Lo que oyes - continuó su editora-. Te han acusado de hacer apología de la violación. ahora mismo, todo el país está aireando tu nombre por radio y televisión, asegurando que tu libro es un ataque contra los derechos de la mujer.
El escritor tragó saliva. aquello era peor - o mejor, aún no lo había decidido- que todo lo que había soñado para su primer libro de ficción. Mientras permanecía en pie frente a una cabina de telefono, la avispada editora le informó de los motivos del escándalo mediático: su libro recién publicado incluía un cuento titulado "El violador" en el que, adoptando el hipotético punto de vista de un susodicho, el narrador se explayaba sobre las ventajas sexuales y afectivas que procuraba el uso de la violación por encima del resto de relaciones sentimentales socialmente aceptadas y loaba los supuestos beneficios físicos, anímicos y psicológicos que conlleva forzar mujeres, así como el ahorro de tiempo que implicvaba el no enbredarse en el farragoso proceso de contejo, conquista y aparejo de la hembra humana. Todo desde un punto de vista explícitamente satírico, faltaría más, o eso creía el autor.
- Pero... ¿por qué? ¿No se dan cuenta de que es humor?
- Pues no les está haciendo ni puta gracia. Hoy día estos temas solo provocan animadversión. Y quieren prohibir la venta de tu libro. Se han puesto en contra el Instituto de la mujer, que dice defender los derechos de las mujeres
- Pero ¿defenderlos contra qué? Es ficción. Es sólo literatura. No hace daño a nadie. Equipara, si quieres el dencencioso supuesto a la indignación (legítima, pero no justificativa para intentar prohibir el libro) que la viuda de un soldado podía tener al escuchar un chiste sobre la guerra

Extraído de "Putas es poco"
de Hernán Migoya

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